Todos los cetáceos se encuentran distribuidos en todos los océanos del mundo, aunque cada especie tiene una distribución especial. Antes de descubrir estos aspectos de las ballenas, es importante recalcar la diferencia que existe entre un concepto y otro: el término distribución hace referencia a la ubicación geográfica en que se encuentran los animales o algún animal, mientras que el hábitat es un área geográfica con características específicas en la que una especie o comunidad se ha adaptado para vivir.
Una distribución mundial
Las ballenas con barbas y las dentadas viven a lo largo y ancho de las aguas del planeta Tierra, con diferencias geográficas, claro está. La distribución de las especies depende de una serie de factores demográficos, ecológicos, evolutivos y relacionados con el hábitat. Todos estos factores son variables y de ningún modo determinantes, es decir, si una especie de ballena está adaptada a la vida en costas de baja profundidad, esto no le impide aventurarse hacia mar adentro.
Una especie se distribuye en función de la estructura sexual, abundancia y edad de su población, de sus adaptaciones físicas, de la distribución de presas y de la salinidad y densidad del agua, entre otros factores. Por ejemplo, una ballena tan grande como la ballena azul no puede vivir en aguas de baja profundidad pero sí puede nadar en aguas muy profundas. Los narvales, por su parte, no poseen aleta dorsal; se cree que esto es una adaptación útil para nadar en aguas con gran cantidad de hielo.
Se pueden ver ballenas barbadas o misticetos en aguas frías y en aguas de temperatura cálida o templada. Algunas son especies costeras y buscan alimento sobre la plataforma continental pero otras son especies oceánicas, encontradas normalmente en los mares abiertos. Incluso, existen ballenas que dan a luz a sus crías en bahías y lagunas costeras, pero no viven permanentemente ahí.
Una distribución específica
Cada especie de estos cetáceos parece tener marcadas preferencias por un hábitat específico de su lugar de distribución. Las ballenas del género Balaenoptera, sin embargo, están diseminadas en áreas relativamente diferentes entre sí: en el hemisferio sur, en el norte, noroeste y noreste del océano Pacífico, al oeste de Groenlandia y en el norte del océano Atlántico. En contraste, sólo es posible avistar ballenas azules si se está en el hemisferio sur mientras que las ballenas grises sólo se localizan en el este y oeste de la zona norte del océano Pacífico y las ballenas azules (o rorcuales azules) se distribuyen sólo en el Atlántico Norte.
Vientos de cambio
La temperatura del agua es un factor importante para las migraciones estaciones. Sí, algunas ballenas suelen viajar hacia otras partes del mundo por distintos motivos: para tener a sus crías, para buscar alimento que comienza a escasear en su hábitat y para ir en busca de zonas con temperaturas más agradables para el cuerpo, pues aunque están equipadas con una voluminosa capa de grasa debajo de la piel, algunas simplemente no toleran los cambios bruscos de temperatura.
Muchas ballenas barbadas migran hacia las latitudes polares durante el verano para conseguir alimento, y se mueven hacia latitudes bajas durante el invierno para parir, en zonas regularmente fijas. Los viajes invernales son propicios para esto debido a que necesitan menos energía y pueden enfocarse únicamente en dar a luz. Es famoso el viaje migratorio que la ballena gris (Eschrichtius robustus) realiza desde el mar de Bering hasta el estado de Baja California en México, recorriendo nada más y nada menos que unos 8,047 kilómetros de distancia.
En general, la mayoría de las ballenas con barbas son capaces de recorrer entre 3,000 y 5,000 kilómetros. ¿Sabes cómo se orientan? Parece increíble, pero toman en cuenta la temperatura y los cambios en la composición del agua, el relieve del fondo del agua, la orientación del sol y hasta la detección magnética.
Si quieres averiguar una distribución o hábitat específicos, sólo tienes que visitar la sección Especies.