Por el largo andar del hombre en la Tierra, se han tejido cuantiosas historias acerca de las ballenas que mucho pueden decir de su relación con el ser humano, de los temores de éste y de sus creencias. Incluso, las ballenas han sido protagonistas de pasajes históricos importantes cuyos relatos han sobrevivido hasta la actualidad.
Las ballenas como animales míticos
A través de relatos históricos y religiosos se ha comprendido el imaginario que se tenía en tiempos bíblicos acerca de estos cetáceos, particularmente en el caso de las grandes ballenas. En la Biblia se menciona 6 veces el nombre de un monstruo marino, el Leviatán. Esta criatura no es referida necesariamente como un monstruo maléfico o peligroso, sino como un animal marino de grandes dimensiones. Sin embargo, en otros versículos como Isaías 27:1 menciona que Dios matará al Leviatán, una serpiente astuta.
Es importante decir que el Leviatán bíblico no es precisamente una ballena, o al menos el libro no lo menciona explícitamente. El nombre de la bestia marina está relacionado con el mal y en el idioma hebreo moderno, significa “ballena”. Otra historia conocida es la de Jonás, un profeta de Dios castigado por no cumplir el mandato de éste. En la Biblia se relata que Jonás fue tragado por un “gran pez” pero en la cultura popular generalmente se le representa siendo tragado por una ballena.
Pueblos nativos de algunas regiones construyeron leyendas e historias a partir de la visión de las ballenas, que bien pueden narrar anécdotas locales o bien, la creación del mundo. Esto es más usual, obviamente, en culturas antiguas con acceso a las inmensidades oceánicas. Por ejemplo, los maoríes de Nueva Zelanda y las Islas Cook tienen la historia del jefe Tinirau, que poseía una ballena como mascota llamada Tutunui. Un día llegó a su aldea un hombre llamado Kae y Tinirau le ofreció a Tutunui como transporte, pero Kae mató a la ballena y se la comió.
Para esta tribu del Pacífico este relato encierra los significados que las ballenas tenían para su cultura: alimento, transporte y aunque quizá mascota es un tanto excesivo, puede representar una relación amigable o cercana. Las ballenas eran criaturas de las que aprovechaban los recursos para subsistir, principalmente la carne.
Otros pueblos del Pacífico, llamados Kwakwaka’wakw, elaboran muchas herramientas con parte del cuerpo de varios animales, incluidas las ballenas. Algunos de estos artefactos funcionan como una especie de conexión con el animal y otorga privilegios especiales a quienes los usan.
Estos son sólo algunos ejemplos. Como se ve, las ballenas ejercían una poderosa fascinación para los pueblos antiguos, dada su naturaleza pacífica y en ocasiones amigable. A pesar de esto, en algunas culturas era habitual la caza de ballenas para subsistencia sin que esto haya afectara sobremanera las poblaciones de cetáceos.
Las ballenas como animales útiles
Los primeros hombres en cazar ballenas fueron posiblemente los noruegos hace aproximadamente 4,000 años aunque algunos creen que los japoneses pudieron hacerlo tiempo antes. Históricamente, los pueblos inuit en la zona del Ártico y los vascos del Atlántico también han sido practicantes de la caza de ballenas para subsistir en sus entornos.
De las ballenas se aprovechaban muchas partes del cuerpo: carne, grasa, barbas, piel y huesos. La carne es una fuente rica en proteínas, vitaminas, minerales y grasas, Con las barbas se fabricaban cestas y artefactos de pesca y con los huesos se elaboraban muchas herramientas y objetos ceremoniales. Los inuit aún realizan todo esto.
Con el tiempo la práctica se extendió a más partes del mundo. Ya durante la Edad Media y el Renacimiento era común y el aceite y las barbas eran artículos muy demandados. Se apreciaba además el aceite de la ballena franca (género Balaenidae) y de la ballena de Groenlandia (Balaena mysticetus) y el espermaceti o aceite de la cabeza del cachalote (Physeter macrocephalus).
Sin embargo, en los siglos XVIII y XIX la caza se convirtió en un problema. Los balleneros, embarcaciones especializadas en la caza de cetáceos, fueron habituales en los mares, buscando ballenas que les redituaran en el comercio mundial y conformando una industria de millones de dólares. Las barbas y los huesos eran usados para elaborar prendas como sombrillas y corsés, usuales pero no necesarios.
En dichos siglos el océano era un lugar peligroso, plagado de criaturas temibles como el mítico Leviatán. Ocurrieron algunos desastres marítimos por causa de enormes ballenas, probablemente defendiéndose de los ataques con arpones y otras herramientas dolorosas. Uno de los desastres más famosos es el del ballenero Essex, que fue hundido por un cachalote en el océano Pacífico en 1820. Los marineros llegaron en botes a una isla, pero después de unos días en ella se hicieron de nuevo a la mar. En el océano, los hombres sufrieron multitud de penurias y se vieron obligados a consumir los restos de los compañeros que fallecían. Al final, sólo fueron rescatados 8 tripulante incluido el capitán. La historia llegó a oídos de Herman Melville y como ya se sabe, inmortalizó al cachalote en su novela Moby Dick.
Las ballenas como animales trascendentes
A mediados del siglo XVIII y parte del siglo XIX, la caza de ballenas llegó a un punto crítico, pues muchas poblaciones disminuyeron y algunas hasta desaparecieron. Los gobiernos y asociaciones defensoras de los animales pusieron atención en el problema y comenzaron a plantear estrategias de solución y medidas regulatorias.
Hoy las ballenas son animales protegidos por muchos gobiernos e instituciones conservacionistas y se ha elevado el conocimiento que se tiene de ellas. Los estudios, las investigaciones y los descubrimientos son frecuentes y tremendamente positivos y necesarios para comprender a unos animales hermosos, apacibles e importantes para el equilibrio ecológico.